Delfines, manatís y ballenas son cada vez un plato más común en las mesas de las familias de países pobres. Aunque el consumo de estos mamíferos es condenado en muchos lugares, el hambre y la creciente escasez de peces ha orillado a las personas a incluirlos en su menú.
“El problema es la falta de otras fuentes de carne” opina Martin Robards, mientro de la Sociedad para la Conservación de Vida Silvestre de Alaska. Él trabaja desde hace un par de años en una investigación comprensiva que permita calcular el tipo y número de mamíferos marinos consumidos cada año.
Según sus estudios, la pesca de mamíferos marinos a gran escala -especialmente ballenas- se ha reducido en los últimos años, pero eso no quiere decir que no sigan siendo capturados para consumo local, poniéndolos en peligro; sobre todo a aquellas especies amenazadas.
De acuerdo a lo observado en la investigación, los lugares donde más se consumen los mamíferos marinos pequeños son las costas del oeste de África, Perú, Brasil,Colombia, Madagascar, Sri Lanka, India y las Filipinas.
Una muestra más de cómo la escasez orilla al humano a olvidarse de todo lo demás con tal de llevarse un trago a la boca.
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