domingo, 4 de diciembre de 2011

Los animales podrían predecir terremotos

Los animales podrían ser capaces de “sentir” los cambios químicos en las aguas subterráneas cuando un terremoto está a punto de suceder. La investigación sobre los efectos químicos de la corteza terrestre sobre el agua comenzó luego de que los científicos observaran a una colonia de sapos abandonar su hábitat en L’Aquila, días antes del terremoto que azotó Italia el año 2009.
Los investigadores sugieren que la conducta animal se podría incorporar en la previsión de sismos y los resultados de su investigación se pueden encontrar en el International Journal of Environmental Research and Public Health. En el documento, describen un mecanismo donde el estrés de las rocas en la corteza terrestre liberapartículas cargadas que reaccionan con capas de agua subterránea.
Los animales que viven en o cerca de aguas subterráneas son altamente sensibles a cualquier cambio en la constitución química de ésta, lo que les permitiría sentir este tipo de eventos varios días antes de que sucedan.
Dirigidos por Friedemann Freund, de la Agencia Espacial estadounidense (NASA) y Rachel Grant de la Open University británica, el equipo espera que su hipótesis inspira a biólogos y geólogos a trabajar juntos, para encontrar de manera exacta cómo los animales pueden ayudarlos a reconocer las señales, elusivas hasta el momento,  de un inminente terremoto.
Los sapos de L’Aquila no son el primer ejemplo de la extraña conducta animal antes de un evento sísmico importante. Reptiles, anfibios y peces tienen fama por comportarse de manera inusual justo antes de un terremoto.
En 1975, en la región de Haicheng, China, mucha gente vio como las serpientes salían de sus madrigueras un mes antes de que la ciudad fuera golpeada por un sismo de gran magnitud. La particularidad fue que se produjo en invierno, cuando los reptiles están a la mitad de su periodo de hibernación, y cuando las temperaturas bajo cero significaban un eventual suicidio para las serpientes.
En julio de 2009, horas antes de un gran terremoto en San Diego, los residentes de la ciudad descubrieron una gran cantidad de calamares de Humboldt varados en las costas. Esta especie de calamar es de aguas profundas y su hábitat se encuentra entre los 200 a 600 metros de profundidad.
Pero a pesar de los casos señalados, este tipo de conducta animal siempre se ha considerado un hecho aislado. Además los grandes terremotos son raros acontecimientos difíciles de estudiar en detalle.
Es aquí donde los sapos de L’Aquila marcan la diferencia. De acuerdo a Rachel Grant, al estudiar la colonia de sapos como parte de su investigación de doctorado, el cambio “fue dramático, pasaron de 96 sapos a casi cero en tres días”.
Luego de publicar sus conclusiones y observaciones en la revista Journal of Zoology, Grant fue contactada por la NASA.
Científicos de la agencia espacial realizaban estudios sobre los cambios químicos en las rocas bajo estrés extremo. Tenían la duda de sí los cambios químicos podían estar relacionados con el éxodo masivo de los sapos.
Con los resultados de su investigación publicados, indican que no sólo estos eventos están relacionados, sino que la corteza terrestre directamente puede afectar la composición química de la laguna de L’Aquila donde los sapos viven y se reproducen.
Friedemann indica que, cuando las rocas están bajo altos niveles de estrés (movimientos tectónicos por ejemplo), justo antes de un terremoto, liberan  partículas cargadas eléctricamente.
Estas partículas pueden flotar al espacio que rodea a las rocas y cuando llegan a la superficie de la tierra, convierten las moléculas de aire en partículas cargadas conocidas como iones.
Los iones de carga positiva son conocidos por causar dolores de cabeza y nausea en humanos, además de incrementar los niveles de serotonina, una hormona relacionada con el estrés, en la sangre de los animales. También reaccionan con el agua, al convertirla en peróxido (de H2O a H2O2).
La cadena química de eventos puede afectar el material orgánico que se encuentra en el fondo de la laguna, transformando materia inofensiva en sustancias que son tóxicas para especies acuáticas.
Los investigadores asumen que es un mecanismo y proceso complicado, que se debe probar seriamente, pero que de ser viable, permitiría prevenir este tipo de accidentes y advertir a la población a tiempo.



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